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Asun Requena
Zaratiegui defiende con calificación Sobresaliente Cum Laude la tesis “Pintoras
Navarras. Una mirada feminista a la historiografía de la pintura navarra hasta
1980” y dirigida por M.ª Rosario Arrazola- Oñate Tojal en la
Facultad de Bellas Artes del País Vasco. Con una cincuentena de artistas desde el siglo XVI
hasta 1980, la investigadora, artista, gestora patrimonial y restauradora de
obras de arte, resume las aportaciones de las pintoras al arte navarro,
nacional e internacional. El Propósito fundamental de la tesis ha sido la creación
de una taxonomía de pintoras navarras, creando referencias para próximas
generaciones, visivilizar sus aportaciones artísticas, así como los aspectos de
su vida relacionados con la pintura, su obra y sus procesos creativos, el
análisis de la evolución de la de pintura navarra a través de sus obras, y
comprobar que también se puede contar la historia de la pintura desde la obra
de todas ellas buscando y actualizando
una genealogía más inclusiva formada por hombres y mujeres desde los comienzos hasta la pintura
expandida.
Entre ellas se encuentran; Catalina
Oscáriz (siglo XVI), Ángela Pérez
Caballero (1720-1763),Concepción Benítez Ruiz o Concepción Benítez
de Beistegui (1831-1914), Karle Garmendia Alda (1898- 1925), Asunción Asarta o Asunción García
Asarta (1905-1986), Adela Bazo Cunchillos (1905-1989),
Francis Bartolozzi (1908-2014), María Teresa Gaztelu y Elío (1911-1999), Esther Navaz Sanz (1911- 2003), Isabel
Peralta (1921-2007), Elena Goicoechea Murillo (1922-2013),Valle Fernández de
Lesarri (1925), Pilar Zazpe Torres
(1931- 2019), Ana María Marín (1933), Isabel Cabanellas Aguilera (1933), Maribel Castuera (1934), Isabel Baquedano
(1936-2018), Cristina Galobart (1938), Gloria
María Ferrer (años 30), Elena Asins Rodríguez (1940-2015), María Ángeles
Fernández Cuesta (1940), María Jesús
Arbizu (1941), María Teresa Martínez Ugalde (1942), Pilar García Escribano (1942), Merche Goñi Navaz
(1945- 2019), Esperanza Yunta (1948),
Keiko Hoshino (1950),
Sagrario San Martín (1952), Blanca Razquin (1955),
Teresa Sabaté (1956),
Txon Pomés (1956),
Belén Arévalo (1959), Alicia Osés (años 50), Ángela
Moreno (1960), Asun Goikoetxea (1962), Amaya
Aranguren (1963), Teresa Izu (1965-2000), M.ª José Rekalde (1964), Iruña
Cormenzana (1967), Josune Iribarren
Esain (1967), Cristina Iturrioz (1966), Isabel Gil Sánchez (1968) Elena Goñi (1968),
Conchita Bardají (1973),
Asun Requena Zaratiegui (1973) Virginia Santos
Itoiz (1975), Beatriz
Rípodas (1975), Belén Puyo
(1977), Iranzu Antona (1979) Miren Doiz Larra (1980) y Mireya Martin Larumbe
(1980).. aunque se nombran a otras artistas como Txaro Fontalba entre otras.
El nacimiento de la estructura de la investigación está relacionado con los periodos cronológicos de la formación de las artistas y los periodos históricos y hechos más importantes que han marcado nuestra historia y por tanto han influido en el sistema del arte y en la vida y obra de estas pintoras. Entre los capítulos desarrollados en la investigación destaca el de la Guerra Civil y el Exilio, el de la abstracción en la Posguerra en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, y el de la creación de la facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU como dos hechos sociológicamente muy distintos que han tenido una impronta crucial en el arte y en la comunidad artística navarra, ya que la guerra por su carácter violento marcó a varias generaciones entre hermanos y el otro es un hito del desarrollo socio-económico de las décadas 70 y 80 que propiciará la formación artística masiva de varias generaciones gracias a la creación de una Facultad de Bellas Artes en la Universidad del País Vasco.
1. Cambio o camuflaje de los nombres. La primera y más llamativa estrategia es la variación de nombres de las. Este es el caso de algunas artistas que decidieron utilizar sus iniciales en mayúscula eliminando la marca sexo/género, por ejemplo, María Teresa Gaztelu firmaba como mtg para evitar que se supiera que la autora de las obras era una mujer. La artista Concepción Benítez, en ocasiones firmaba sus pinturas con su nombre de casada, Concepción Benítez de Beistegui, mientras que en otras firmaba como Concepción Benítez Ruiz, su nombre de soltera. Otra manera de ocultar la autoría fue utilizar la inicial del nombre propio seguido del apellido, como María Rosa Iribarren, quien firmaba como “R. Iribarren”. Un caso extremo es el de Francis Bartolozzi, cuyas obras fueron firmadas por su marido durante la posguerra seguramente por presión social y para lograr vender, aunque, pasados los años, las firmas fueron eliminadas y vueltas a rehacer por la artista. Otro caso es el de Asunción Asarta, que cambiaba sus apellidos por los de su padre, García Asarta, seguramente para vincular su obra de manera más directa con el linaje paterno y, por tanto, obtener un mayor reconocimiento del público.
2. Su trabajo
en Las “artes menores” como estrategia para
llegar a las artes mayores. la ilustración de cuentos o el cartelismo, entre
otras, a través de las que podían desarrollar su creatividad artística.
3.
La enseñanza del
arte: El espacio por excelencia que las artistas han utilizado
para poder subsistir e incluso lograr cierta visibilización, y en el que han
brillado con luz propia es el campo de la educación.
La creación de la genealogía de estas artistas y sus aportaciones a la
pintura abre la opción a seguir cumplimentándola. La tesis de Asun Requena
Zaratiegui ya se puede visitar en el repositorio de la Universidad del País
Vasco.