16 ene 2021

Fotoperformance Asun Requena: KITCHEN SHROUND- 15/01/2021


 Sudario de cocina 15/01/2021 d.C
Kitchen shroud


ALWAYS THE SAME! 


By Asun Requena Zaratiegui

Arriving in Madrid and finding the gigantic poster imprisoned in the colonnade presages the subliminal message, willingly or unwillingly from whoever has projected said museography. I did not know for sure what I was going to see, but such was the wait for it due to Covid 19 that any inspiring halo that I found would surely meet my expectations. The title had already brought me upside down because I didn't know if it was double meaning or not. He almost took it for sure because who would have thought to point out that the 19th century painters from the Prado Museum collections are invited to his house, in any case tenants, the artists forgotten with Romanticism, what the wind could not take away or we have no choice politically speaking, but invited? After seeing such an image and having read the successive writings in the national magazine and newspapers, the museum's response seemed to go back to a time that they had told me about but had not lived. I was prepared thanks to the fact that several years ago I bought a guide to the funds in black and white with colored covers by Monserrat Gutiérrez, the two exhibitions of Sofonisba Anguissola and Lavinia Fontana, Clara Peeters and the confined reading of Peio H. Riaño which I it awakened or put an end to a thought as lethargic as that of any person who visits the Prado and wants to cover a lot because he does not know if he will return, and gets drunk on corridors alienated by their number and grandeur. Las Invisibles, which could also have been a more accurate title published in 2020, presents us with part of the route as in the exhibition but with an exquisite selection in its keys that title its chapters: the glass ceiling, the pedophile gaze, raped by the art, against freedom, covering up shame, an object of desire and the race against sin, all of them intrinsically linked to art. In the section dedicated to museums, he talks to us through the themes of the Prado works and the representation of women as heroines in the patriarchy, the hidden messages in these representations and in the language of their titles and death stories, prostitution and a long list of typologies associated with women. Riaño proposes new re-readings and a review of the historical criteria for women artists, gender studies and their application today and in the future. Thus, its page 169 seems premonitory in the epilogue where Preciado tells us about the crisis of the museums, its obsolete criteria, the de-patriarchalization and decolonization of old concepts, but if there are art historians with new criteria and great ideas, are there? Why aren't multidisciplinary teams with different perspectives being created? Is it so difficult? If the work was already done and you only had to shape the museography, why not get advice from other specialists? At the entrance, I once again asked myself the dilemma of whether it was an exhibition of female artists or male painters who had invited women. I immediately became aware of the cartouches ostibiri! The museography defined room by room a typological classification of women for the 19th century. Instead of talking about prostitution, child pedophilia, the slavery of women or the trafficking that still occurs today, the empowerment of women in the past, they present them to us that they do not paint them that way, choosing Doña Urraca woman weighted where there were already Juana, which does not give me the desire to use the patriarchal nickname that we have dragged for generations. I want and wish to pose this journey to the contrary and compare it with the version of Riaño's book. The sections of the chapter are: The guests and their hosts, the women before the criticism of the XIX, wouldn't it be better if instead of painting dishes, they washed them? (The caricature of women in the art world), the indoctrination of the bourgeois woman, compass for the lost, naked to a limit, censored, prototype of the castiza woman, shipwrecked, the prototype of Madrazo, witches, copy ladies, the sculptors almost a mere fiction and the pioneers of the camera, a section that dazzled me and viewers watched the least due to the small size of the players minus one, this was scanned in a pleasant room. After enjoying the bittersweet sample, my head kept taking me in one direction and I was reading the exhibition according to the characteristics of the people who visit the Prado exhibitions and I quickly found the problem. There would be people of all kinds, but obviously people related in one way or another to the exhibition: historians, restorers, critics, journalists, pedagogues, graduates in general, art lovers, artists, sponsors, young people, girls, other museums, ... classification could be infin.


¡SIEMPRE LAS MISMAS!

Por Asun Requena Zaratiegui



Llegar a Madrid y encontrarte la bandelora gigantesca encarcelada en la columnata hace presagiar el mensaje subliminal, queriendo o sin querer de quien ha proyectado dicha museografía. No sabía a ciencia cierta qué es lo que iba a ver, pero tal fue la espera para ello por el Covid 19 que cualquier halo inspirador que encontrase, seguro que cubriría mis expectativas. El título ya me había traído de cabeza porque no sabía si era con doble sentido o no. Casi lo daba por seguro porque a quién se le iba ocurrir indicar que las pintoras del XIX de los fondos del Museo del Prado son invitadas en su casa, en todo caso inquilinas, las artistas olvidadas con Romanticismo, lo que el viento no se pudo llevar o no tenemos más remedio políticamente hablando, pero ¿invitadas? Después de ver semejante imagen y haber leído los sucesivos escritos en la revista y periódicos nacionales, la respuesta del museo me pareció volver a unos tiempos de los que me habían hablado pero no había vivido. 

Iba preparada gracias a que hace varios años compré una guía de los fondos en blanco y negro con tapas de color de Monserrat Gutiérrez[1], las dos exposiciones de Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, Clara Peeters y la lectura confinada de Peio H. Riaño[2] la cual me hizo despertar o puso fin a un pensamiento tan aletargado como el de cualquier persona que visita el Prado y quiere abarcar mucho porque no sabe si volverá, y se emborracha de pasillos alienados por su número y grandiosidad. Las Invisibles, que también podía haber sido un título más acertado publicado este 2020, nos plantea parte del recorrido como en la exposición pero con una selección exquisita en su claves que titulan sus capítulos: el techo de cristal, la mirada pedófila, violadas por el arte, contra la libertad, tapar las vergüenzas, un objeto de deseo y la carrera contra el pecado, todas ellas intrínsecamente ligadas al arte. En el apartado dedicado a los museos, nos habla a través de los temas de las obras del Prado y la representación de la mujer como heroína en el patriarcado, los mensajes ocultos en esas representaciones y en el lenguaje de sus títulos e historias de muerte, prostitución y un largo etcétera de tipologías asociadas a la mujer. Riaño plantea nuevas relecturas y una revisión de los criterios históricos para con las mujeres artistas, los estudios de género y su aplicación hoy en día y hacia el futuro. Así pues su página 169 parece premonitoria en el epílogo donde Preciado nos habla de la crisis de los museos, de sus criterios obsoletos, de la despatriarcalización y descolonización de los conceptos antiguos, pero si hay historiadores del arte con nuevos criterios y grandes ideas, ¿por qué no se realizan equipos multidisciplinares con diferentes perspectivas?, ¿es tan difícil? Si el trabajo estaba ya hecho y solo había que dar forma a la museografía, ¿ por qué no dejarse asesorar por otros especialistas? 

A la entrada nuevamente me planteo el dilema de si era una exposición de artistas mujeres o de pintores hombres que habían invitado a mujeres. Enseguida tomé conciencia por las cartelas ¡ostibiri! La museografía definía sala por sala una clasificación tipológica de mujeres para el siglo XIX. En vez de hablar de la prostitución, de la pederastia infantil, de la esclavitud de la mujer o la trata que todavía se da actualmente, del empoderamiento de la mujer en el pasado, nos las presentan que no así nos las pintan, eligiendo a Doña Urraca mujer emponderada donde las hubiese y a Juana, la cual no me da la gana de utilizar el mote patriarcal que hemos arrastrado por generaciones. Quiero y deseo plantear este recorrido al contrario y compararlo con la versión del libro de Riaño. Los apartados del capítulo son: Las invitadas y sus anfitriones, las mujeres ante la crítica del XIX, ¿ no sería mejor que en vez de pintar platos los fregase?(la caricatura de las mujeres en el mundo del arte), el adoctrinamiento de la mujer burguesa, brújula para extraviadas, desnudas hasta un límite, censuradas, prototipo de la mujer castiza, naufragas, el prototipo de Madrazo, brujas, señoras copiantas, las escultoras casi una mera ficción y las pioneras de la cámara, sección que me encandiló y que menos visionaban los espectadores por el pequeño tamaño de los reproductores menos uno, este se oteaba en una sala agradable. 

Después del disfrute de la muestra agridulce, la cabeza no dejaba de llevarme en una dirección y fue la lectura de exposición según las características de las personas que visitan las exposiciones del Prado y rápidamente encontré el problemón. Habría gente de todo tipo, pero obviamente gente relacionada de una manera u otra con la exposición: historiadores, restauradores, críticos, periodistas, pedagógos, licenciados en general, apasionados del arte, artistas, patrocinadores, jóvenes, niñas, otros museos,… la clasificación podría ser infinita, pero cuántos de ellos sabrían discernir entre realidad y ficción, entre lo correcto y lo incorrecto. Pongamos un ejemplo, una de la muchas visitas que he hecho al gran museo fue con mis hijos que se adelantan en la selección que había creado porque les podía la curiosidad y llegaron antes que yo a una sala con un gran cuadro famoso, y de repente, salieron como alma que lleva el Diablo. Habían visto un hombre comiéndose a sus hijos, Saturno devorando a sus hijos.No quisieron volver a entrar. No os equivoquéis, no me refiero con esto a que hay que quemar el cuadro y no enseñarlo a la infancia, sino a que cualquiera que no entiende el código del simbolismo lo toma como afirmación. Creerán que las brujas que definieron en el XIX existen con sus connotaciones negativas y no como mujeres sabias, que la mujer que te conviene debe saber zurcir, bordar y cuidar de los hijos. Si no ya entra en las descarriadas, que las mujeres se vendían, sin enseñar que todavía hoy en día, se hace. Que la creación de cuadros con desnudos sugerentes de niñas sexualizadas era más digno que un abuelo valenciano exigiendo justicia para su nieta pequeña por la violación, el cual fue retirado en una de las exposiciones nacionales (ambos dos coincidiendo con las mujeres artistas mencionadas a posteriori del estudio de Lola Caparrós). Que ser monarca o noble no era compatible con ser artista, que la pintura solo era un pasatiempo para ellas, pudiese que sí, pudiese que no, pero volvemos al viejo prejuicio de los encasillamientos. El o la artista tiene que ser pobre, pasar hambre y penurias, visión romántica masoquista del tema que todavía se prodiga. ¿Dónde está el espíritu de la Escuela de Señoritas que es posterior, pero que indudablemente sembró otro tipo de educación dejando aparte todavía la segregación por géneros, y el término señoritas? 

¿Por qué se han elegido imágenes de maniquís encarceladas en vitrinas, una mujer escuchando “graciosamente” detrás de la puerta como cotilla y la última, una mujer aburrida en una fiesta que mira al espectador interpelando y conectando con el mismo. Seguro que te dijo algo, a mí lo hizo. dijo: Esta es la realidad. 

Mayor fue el susto cuando encontré el cuadro de la Toilette (Federico Godoy) y leo los comentarios sobre la mujer despreocupada por sus hijos que le importa más peinarse que cuidar de ellos. A eso me refiero, al complejo de Eva. Qué nooo, qué nooo, que ya somos hijas de Lilith. 

La respuesta del museo y la respuesta de las que creemos en una igualdad real, ha tenido una gran repercusión. Una decena de artículos se han escrito solo en esta revista que cuentan aspectos diferentes que deberían tenerse en cuenta para próximas exposiciones y no quitarse toda responsabilidad diciendo que son siempre las mismas de una forma despectiva. 

Para conocer más la actualidad os invito a leer a Ana Blas con Invitadas con derecho a quedarse, Maite Méndez con Las Invitadas del Museo del Prado y su catálogo, Concha Díaz con Primeras y Segundas impresiones, Ana Dmatos con Museo del Prado ideologías y patrimonios – Invitadas, Ámparo Serrano de Haro y África Cabanillas con El Problema de Invitadas en el Prado: materia y metodología, Ana Quiroga con Perdona que nos levantemos (o no) y un segundo artículo titulado Usted primero, Haizea Barcenilla con Modos de mirar, Marian López con No es el museo, es el XIX amigo, o anímense a leer a Simone de Beauvoir, y Rocío de la Villa con Las rechazadas del siglo XIX. 

61 mujeres aproximadamente conforman la muestra aunque algunas solo se encuentran fotografiadas sus obras en el catálogo. Las pintoras, María Roësset, Artemisia Gentileschi, Clara Peeters, Elvira Santiso, Julia Minguiñón, Eloísa Garnelo, Ángeles Santos, Mª Cristina de Borbón, María Francisca de Braganza, Elena Brockmann, Luisa Mar- Ehrler, Madame Anselma, Aurelia Navarro, Flora López Castillo, María Luisa Puiggener, María Antonia de Bañuelos, Rosa Bonheur, Maruja Mallo, Antonia de Bañuelos, Elena Sorolla(escultora), Adela Ginés y Ortiz, Mª Luisa de la Riva y Callol, Rosario Weis, M ª Victoria Martín del Campo, Francisca Meléndez y Ifigenia Meléndez y Durazzo, Josefa Gumucio y Grinda, Adriana Rostan, Teresa Nicolau Parody, Marguerite- Marie Benoît, Sophie Liénard, Emilia Carmena de Prota, Paula Alonso Herreros, Madame Anselma, Joaquina Serrano y Bartolomé, Amalia de Borbón, Emilia Coranty Llurià, Mª Dolores Velasco y Saavedra, Hélène Feillet, Marie – Adélaïde Kindt, Euphémie Muraton, Cécile Ferrère, Laura Díaz, Francisca Stuart de Sindici, Catharina van Hemessen, Johanna Helena Herolt, Anna María van Schurman, Catharina Ykns II, Margarita Caffi, Joaquina Serrano y Bartolomé, Fernanda Francés y Arribas, Emilia Menassade, Julia alcalde y Montoya, Franz- Seraph von Lenbach, Henrriette Browne, Lluïsa Vidal, María de Tarifa y Carmen alcoverro (sin obra pero con foto en catálogo),la fotógrafa Jane Clifford, la directora de cine mudo, Alice Guy- Blaché, y Concepción de Figuera Martínez-Güertero, que firmaba como Luis Lármig. 

El catálogo, ese libro de sabiduría sobre la pintura del XIX que no contiene una lista de las pintoras. Esa web del Prado que me deja congelada cuando en el apartado de la muestra encuentro información general que no dice nada y sigo buscando. 

Montserrat Gutiérrez en su libro Las pintoras del Museo del Prado indica la existencia de otras pintoras que no se han expuesto. Estas son: Lucía Anguisola, Marieta Robusti, Catarina Ikens, Margarita Caffi, Angélica Kauffmann, Anan María Teresa Mengs, Antoinette Brunet, Sophie Lienard, Louisse de Liniers, Granada Cabezudo y Emilia Menassade. Obviamente algunas de ellas no son del XIX. 

Todavía faltan más mujeres no nombradas del siglo veinte como Isabel Baquedano con obras en papel que será el caso de otras tantas artistas por encontrar en el museo. Esto será el futuro. 

Para propuestas posteriores faltan artistas cuyos nombres enumera Lola Caparrós Masegosa en su libro Las exposiciones nacionales de Bellas Artes (1941- 1968)[3] premiadas en las exposiciones nacionales como: Menchu Gal Orendain, Delhy Tejero, Carmen Vives, Juana Concepción Francés( presente en Invitadas), Teresa Condemina, Eva Aggerholm, Gloria Merino, Monserrat Gudiol, Rosario Rodríguez Tierno, Mercedes Brinquis, Elena Álvarez Laveron, Luisa Granero, María Moreno Blasco, María Blanca Mac- Mahón, Concepción Salinero, María Concepción Cardo Montalvo, Medina Castro, Isabel Santaló, Eulaluja Moutas, Concha Hermosilla, María Ruiz, Esther Parodi, Carmen Zulueta, Mª Ángeles Ribas Sicilia, Trinidad Fernández Martínez, Elena Lecuona, Angelina Contreras y Teresa Eguibar. Varias de ellas repitieron medalla varios años. 

Así pues la propuesta del museo cojea de pedagogía evolucionista. Ni es una exposición de mujeres, ni de género cuya constancia queda reflejada en el catálogo que con tintes sociales y antropológicos a la vez que arcaicos, no aporta una visión creciente y pedagógica sobre la mujer en la historia de la pintura de la que aprender, sino una del XIX Hollywoodiense con bombillas luminosas. Como soy de las que veo el vaso medio lleno siempre, pienso que en el fondo, la exposición ha dejado algo bueno, y es el efecto revulsivo que ha causado, la gran cantidad de pensamiento crítico que se han creado para unas futuras buenas prácticas y la reivindicación que acabe con los viejos conceptos del tiempo y calidad en la selección histórica a la hora de valorar una obra. La respuesta del museo me pareció temprana y en algunos de sus responsables, no propia de un representante de una institución que debiese pasar todos contenidos por filtros propios de una persona de su grado. Todos somos humanos, y en la propuesta de Editatonas se ve cierto ápice de aceptación y respecto. Espero que éste sea el comienzo de una nueva amistad. 




[1] GUTIÉRREZ M. Las pintoras del Museo del Prado. ICGrsting. USA,2015.

[2] H. RIAÑO p. Las Invisibles.Edt. Capitán Swing. Madrid, 2020.

[3] CAPARRÓS MASEGOSA L. Instituciones artísticas del franquismo: las exposiciones nacionales de Bellas Artes(1941- 1968).  Edt. Unizar. Zaragoza, 2019.

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